Un obelisco u óbelo (del idioma griego ὀβελίσκος - obeliskos, diminutivo irónico de ὀβελός - obelos: espeto, aguja) es un monumento pétreo con forma de pilastra, de sección cuadrada, con cuatro caras trapezoidales iguales, ligeramente convergentes, rematado superiormente en una pequeña pirámide denominada piramidón. Generalmente se erigían sobre una base de piedra prismática. Los antiguos obeliscos se tallaron de un solo bloque de piedra (monolitos). El primero del que se tiene noticia se data en la época de Userkaf, faraón de ladinastía V de Egipto (c. 2500 a. C.). Se desconoce como eran erigidos estos fantásticos monumentos, pues no hay ninguna documentación egipcia describiendo el método empleado.
Los obeliscos se utilizaron de manera prominente en el Antiguo Egipto. Tallados en un solo bloque de piedra, generalmente se colocaban por pares a la entrada de los templos, y sus caras tenían grabados jeroglíficos con alusiones al faraón que los mandó erigir. El piramidón solía estar recubierto de bronce u oro, metal del que los antiguos egipcios afirmaban era la "carne de los dioses".
Este monumento simboliza un rayo del Sol, la estabilidad y fuerza creadora que poseía el dios solar Ra. Los egipcios creían que los rayos del Sol llevaban hasta la tumba un gran poder vivificante que tenía algún efecto en la posterior resurrección del difunto. Durante la breve reforma religiosa de Ajenatón se consideraban como rayos petrificados de Atón, el disco solar.
El reino Axumita de Etiopía y Eritrea erigió varios obeliscos. El más notable es el obelisco de Axum de 24 m de alto esculpido hacia el siglo IV a. C. Este obelisco fue tomado por Italia al terminar la segunda guerra Italo-Abisiniana, llevado a Roma en 1937 y erigido en la Piazza di Porta Capena. En 2003, el gobierno italiano aceptó devolver este obelisco, que fue transportado por avión de vuelta a Axum, dividido en tres partes. El monumento fue erigido en su lugar original el 4 de septiembre de 2008.
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